Después de los intensos días que habíamos vivido, esperábamos con ilusión el domingo 17. En el calendario teníamos marcado: “excursión a Montserrat, Ganduxer -encuentro con hnas. de Barcelona-, y visita a la Sagrada Familia”.
El primer tramo del viaje nos llevó hasta Montserrat. Subir la montaña es como abrir “el álbum de familia” y recordar tantos momentos de la vida de Enrique de Ossó y de la Compañía. Ahora, en esa historia, también se encuentra lo vivido por el grupo de las hermanas capitulares.
Entrar en la Basílica fue como adentrarnos en el corazón de la Virgen, y reconocer en su mirada la acogida y abrazo de nuestra madre que nos repetía que “a su sombra crece y se desarrolla la Compañía”. A su lado, vivimos una profunda experiencia mariana de la mano de San Enrique de Ossó.
Fue un auténtico regalo celebrar la Eucaristía en el mismo lugar en el que Nuestro Padre celebró su primera misa. Al comenzar la celebración, la hna. Asunción Codes, Coordinadora general, leyó a toda la asamblea:
“La Compañía de Santa Teresa de Jesús peregrina hoy a Montserrat como muchas veces hizo nuestro fundador, San Enrique de Ossó. Venimos de diferentes países, África, América y Europa en los que está presente la Compañía hoy. Fuimos fundadas en 1876 por un sacerdote catalán de la diócesis de Tortosa, nacido en Vinebre, Tarragona, un hombre apasionado por Jesús, apóstol teresiano del siglo XIX, maestro, patrono de los catequistas de España, escritor y fundador de distintas asociaciones para niños, jóvenes y mujeres.
Nuestro carisma teresiano, inspirado en la experiencia espiritual de Teresa de Ávila, lo vivimos a través de la misión de orar y educar en diversidad de formas y presencias. Este mes estamos celebrando el XVIII Capítulo General de la Compañía; buscamos juntas caminos que puedan contribuir a humanizar nuestro mundo según el espíritu de Teresa de Jesús. Y como lo hubiera hecho San Enrique, queremos presentar nuestro trabajo y proyectos a “la Moreneta”, “la Madre de Dios de Montserrat”, y pedirle su bendición.”
Durante la celebración de la Eucaristía, varias hermanas participaron en la lectura de la Palabra y en el ofertorio. Cada detalle fue para nosotras una celebración y un sentirnos invitadas a proclamar con nuestra vida la Palabra y a ofrecer cuanto somos y tenemos para que Jesús lo bendiga.
Al finalizar, compartimos un tiempo con el Abad del Monasterio P. Manel Gasch i Hurios, osb que agradeció la presencia en la abadía y recordó cómo estábamos llamadas a llevar al mundo la LUZ de Jesús, estando seguras de que María es la estrella que nos guía y acompaña. Antes de hacernos una foto con él a los pies de la Virgen de Montserrat, nos prometió su oración y la de la comunidad, y especialmente durante el tiempo de discernimiento y elección del Gobierno general. Agradecemos la acogida y atención de nuestros hermanos benedictinos.
Pero las emociones no habían terminado. Al salir de la Basílica nos dirigimos a la estatua de San Enrique de Ossó para hacer nuestra ofrenda. Asunción nos recordó el constante deseo e insistencia de Nuestro Padre por peregrinar a Montserrat, su entusiasmo para que se encontraran con la Madre de Dios.
Y así, mientras comenzaba la lluvia, y ofrecíamos unas flores, nos unimos en oración.
OFRENDA A NUESTRO PADRE EN MONTSERRAT
Padre, las hermanas de la Compañía que estamos celebrando el XVIII Capítulo General, hemos venido a este santuario de todos los puntos donde hoy estamos presentes.
Hemos venido en peregrinación a ponernos bajo la protección de la Moreneta de Montserrat, como tú lo hiciste en tantos momentos importantes en los principios de la vida de la Compañía, la obra predilecta de tu corazón.
Queremos, ante tu imagen, manifestarte nuestro cariño y agradecimiento por tu testimonio y por la herencia teresiana que nos has dejado. Queremos ofrecerte estas flores que significan la riqueza de la diversidad que hoy somos y tenemos.
Intercede por nosotras para que, como Teresa, “seamos todas de Jesús y pensemos, sintamos y actuemos como Él”.
Acompaña el proceso de discernimiento en este capítulo. Que sepamos descubrir y acoger los caminos que el Espíritu va suscitando en nosotras para recorrer los próximos 8 años.
Bendice nuestros deseos de “extender el Reino”, allí “donde más peligren los intereses de Jesús”.
Bendice a quienes asumirán el gobierno de la Compañía.
Bendice a cada una de tus hijas. ¡Bendícenos, oh, Padre Fundador!