Después de los dos días dedicados a conocer los Informes elaborados por el Equipo de Gobierno general, Memoria Agradecida e Informe Económico, hemos dedicado tres días para acercarnos a la realidad de cada Provincia y de la Delegación.
Con anterioridad al Capítulo, el Gobierno general propuso unas pautas que ayudaran a la hora de compartir lo vivido durante el sexenio, y a mirar cada realidad reconociendo qué panes tenemos y podemos compartir, y qué necesitamos para seguir dando vida.
Difícil recoger todo lo vivido. Muchos de los países donde estamos atraviesan momentos difíciles y podríamos decir que “numéricamente” la Compañía (salvo en algunos contextos) baja. Dos variables, la situación del mundo, y la nuestra, que combinadas podrían arrojar un resultado no muy esperanzador, pero si a las dos se le suma la presencia del Espíritu, mucho amor y vida entregada, la constante oración y cariño de nuestras hermanas mayores, la presencia y compromiso de laicos y laicas, las vocaciones en América y África, los frutos de la reorganización en la Compañía, el trabajo en equipo y en red, y el profundo sentido de familia y Compañía, entonces surge el milagro que nos ha llevado a reconocer, que a pesar de tanta pobreza y vulnerabilidad, la VIDA brota en cada rincón donde estamos y contemplamos agradecidas, como a lo largo de todo el sexenio, Dios ha estado bendiciendo nuestros panes y peces.
Después de escuchar a cada Provincia teníamos un tiempo personal para interiorizar lo escuchado, y por mesas de trabajo, compartíamos qué nos había conmovido o tocado por dentro, y qué nos gustaría rescatar para tener en cuenta en el discernimiento de la opción capitular.
Está siendo una metodología que nos ayuda a reconocer la vida en la diversidad, a agradecer qué nos ofrece cada provincia, cada presencia de la Compañía, los procesos que vivimos, los aprendizajes. Y todo ello a la luz de lo que nuestro mundo vive, sufre y goza.
Otra experiencia que nos ayuda es reconocer como la Compañía va enriqueciéndose en los distintos países y continentes, cómo el carisma de Enrique de Ossó, va concretándose en cada contexto y respondiendo a distintas necesidades. Constatar que cuando vivimos insertas en nuestro mundo, cuando nos dejamos tocar por la realidad, por la luz y las sombras que hay en cada lugar, el carisma busca creativamente en caminos y respuestas para bien de nuestros hermanos y hermanas.
Todo lo compartido estos días se vuelve “materia” de reflexión, diálogo y discernimiento. Poco a poco nos vamos adentrando en la vida encarnada de la Compañía y experimentamos que juntas nos ponemos en camino para construir una nueva identidad comunitaria.
