El día 11 nos acompañó el jesuita Patxi Álvarez de los Mozos para llevar nuestra mirada a nuestro mundo. La formación de Patxi y su experiencia en la Compañía de Jesús, además de su talante personal, hicieron que el tiempo de escucha, reflexión, trabajo y diálogo, fuera un tiempo no solo para “mirar” la realidad, sino para “contemplarla”.
Desarrolló su planteamiento fijándose en las Dinámicas globales compartidas, Reacciones y consecuencias, y Áreas en las que contribuir. Las hermanas que nos encontrábamos en la sala procedemos de diferentes lugares y contextos muy diversos, pero todas pudimos ir conectando con el análisis que nos ofrecía; en muchas ocasiones nos sentimos personal y comunitariamente retratadas en lo que se narraba y por lo tanto, hijas de este tiempo que vivimos. Sin embargo, también fuimos reconociendo que desde nuestro ser teresianas, desde nuestra espiritualidad y carisma, podemos contribuir a un cambio en nuestro mundo y a ser testigos de otras formas de vida que no pacten con lo establecido.
Aunque el contenido fue amplio, Patxi quiso destacar dos consecuencias que destacan en nuestro mundo a partir de lo compartido: la movilidad humana y los populismos.
Sin duda no vivimos en un momento fácil, y millones de personas sufren en nuestro mundo. Repetidas veces hemos hablado en el Capítulo de nuestra vulnerabilidad, y aunque vamos aprendiendo a leerla con una experiencia que nos enseña a verla como oportunidad y germen de vida, fue muy acertado que Patxi quisiera finalizar su compartir hablándonos de la ESPERANZA. Una esperanza que nos invita a reconocer la novedad que surge constantemente, que nos ayuda a reconocer los dinamismos del amor, e invita a reconocer todo como don. Una esperanza que tiene forma de Reino porque busca una familia humana reconciliada, porque forma parte de un Reino transhistórico, trascendente pero que a la vez se hace presente en lo histórico e inmanente. Vivir en esperanza es aprender a descubrir los chispazos del Reino. Una esperanza profética que nace del agradecimiento y que es crítica con la realidad porque tiene puestos los ojos en el Reino. Una esperanza que es la de los pobres, porque ellos esperan verdaderamente otro futuro y porque ellos son los que traen el Reino. Pero además es una esperanza activa porque estamos llamados a colaborar con el Dios creador, porque somos co-creadores. Patxi terminó diciendo que la vida transcurre en ciclos de muerte y resurrección, hay que morir para resucitar, y desde ahí la mirada a la realidad se vuelve contemplación.
Al finalizar la sesión agradecimos a Patxi su presencia entre nosotras y su palabra comprometida con el mundo, una palabra que llevaba la serenidad de quien día a día va haciendo posible que el Reino de Dios se haga presente. Cuando esta noticia se publique, Patxi estará a punto de viajar a su nuevo destino en El Salvador en América Central, por eso agradecemos más aún su presencia en nuestro Capítulo general. Estamos seguras de que allí será también expresión de esa esperanza que nace del caminar junto a Jesús en favor de su pueblo.
