Los días 31 de mayo y 22 de junio estaban señalados en el calendario de casi cien educadoras y educadores teresianos porque habían sido invitados a reflexionar y compartir sobre la Ciudadanía global como camino para construir juntos el Pacto Educativo Global en el ámbito escolar. La numerosa respuesta ya indicaba el deseo de comprometerse, en este año capitular, en “el proceso de conversión que nos ayude a comprometernos en una auténtica identidad comunitaria”.
Las dos sesiones fueron preparadas por las hermanas Patricia Aguiar y Ana María Chávez, y para su desarrollo contaron, fundamentalmente, con dos artículos del Profesor Rafael Díaz-Salazar.
Es difícil recoger lo compartido en las dos sesiones; a través de la lectura, reflexión, grupos de diálogo, y puestas en común en asamblea, se forjó un entramado que no por ser habitual, deja de ser sorprendente. Educadoras y educadores de todos los países donde hay escuela teresiana, entretejiendo una “tela y encuentro virtual” en la que los hilos iban de continente a continente, de país a país, formando un entramado con:
- el mundo que soñamos como educadores
- el compartir sobre Ciudadanía global
- las invitaciones y llamadas que reconocemos como educadores teresianos
Quizá, lo primero a destacar, es que en el proceso del primer encuentro ya se fue dando un paso cualitativo que pasa por ir “recreando” palabras como interioridad, transformación, comunidad…, que en el mundo teresiano tienen un significado concreto, pero que a la luz del contexto, de la iluminación de otros autores, de la invitación del Papa Francisco, de los diálogos generados y del contexto actual, cobran mayor profundidad y nuevo sentido y nos invitan a replantearnos nuestro ser y nuestro hacer en los centros escolares para responder a:
- la necesidad de educar desde la perspectiva global y local, teniendo como meta formar ciudadanos de y para el mundo
- la llamada a acercarnos y tocar situaciones de injusticia que nos pongan en movimiento, a situarnos desde la óptica de los más necesitados y a generar acciones concretas
- la interioridad como medio para acoger y salir de nosotros y posibilitar la conexión entre el “yo interior, político y ecológico”
- la necesidad de salir al encuentro del otro, pensar colectivamente y llevar a cabo acciones en lo local, con la certeza de que todo está conectado y repercuten en lo global
- la urgencia de trabajar en red, con una mirada más amplia que favorezca las conexiones y la colaboración con quienes buscan también la transformación social
- la necesidad de priorizar lo que favorezca educar bajo el prisma de la ciudadanía global, y de descartar lo que no aporta o va en contra de ella
Durante el segundo encuentro, y a partir del artículo de Rafael Díaz Salazar que centra su reflexión sobre “Virtudes para crear los hábitos de comportamiento de la ciudadanía global”, tras un tiempo de lectura y reflexión, los grupos fueron compartiendo para consensuar dos movimientos que reconocemos que el Espíritu nos invita a dar para educar y educarnos como ciudadanos globales.
Los movimientos quedaron recogidos y también pasos concretos a dar para llevarlos a cabo. De todo lo compartido surgirá alguna aportación al Capítulo, pero además, el encuentro ya generó en sí mismo una “aportación” a la vida de todas las personas que asistimos y en las que han quedado resonando expresiones y llamadas que no podemos olvidar: educar en salida, desaprender, escuchar la diversidad, escuelas abiertas, escucha activa, desaprender, conversión ecológica, cambiar ritmos, redes colaborativas, proyecto social, priorizar, conexiones permanentes con…, acoger lo diferente, cultura del cuidado, compasión activa, educar desde la realidad, mirada apreciativa, naturaleza sagrada, cultura de paz y diálogo…
Durante el desarrollo de los dos encuentros, de tres horas cada uno, se generó un ambiente de escucha y colaboración que buscaba no solo compartir reflexión, sino también concretar pasos para responder desde lo local -que es cada escuela-, y sumarse así a lo global que tan fácilmente se comprendía reconociendo los distintos lugares desde donde estábamos conectados.
Los diálogos que se generaron en los diversos momentos volvían a significar la riqueza de la educación teresiana, pero también la fuerte necesidad de recrearla en colaboración con otros y otras. Sólo así seguirá siendo sal y luz en nuestro mundo, y respondiendo a la llamada del Papa Francisco en la Fratelli tutti: “cada ser humano -cada educador/a teresiano-, puede ser un fermento eficaz con su estilo de vida cotidiana. Las grandes transformaciones no son fabricadas en escritorios o despachos. Entonces “cada uno juega un papel fundamental en un único proyecto creador para escribir una nueva página de la historia, una página llena de esperanza, llena de paz, llena de reconciliación.” FT 231.
